A medida que envejecemos, el contraste entre lo que creíamos que sucedería en nuestras vidas y lo que realmente pasó se agudiza, y tenemos, por tanto, una mayor capacidad para el arrepentimiento, el remordimiento y la culpabilidad. Nos damos cuenta de que es imposible retornar al punto en donde el camino se bifurcó y avanzar en la dirección opuesta a la que antes tomamos.:)
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